El azúcar se entrega a los silos de embalaje donde se envasa en bolsas y paquetes. El azúcar y el polvo de azúcar tienden a amontonarse, creando acumulaciones y vacíos, por lo que conocer el contenido real de material continuamente se vuelve muy difícil. La naturaleza pegajosa de los materiales complica la tarea de los sistemas de medición de nivel que necesitan funcionar incluso si el azúcar se pega a la antena.